Las mujeres llevan la peor parte en la crisis venezolana


Escasez de alimentos y medicinas, segregación por trabajo, violencia y discriminación son solo algunos de los problemas que tienen que enfrentar las mujeres venezolanas de cara a la crisis económica, política, social y humanitaria que atraviesa actualmente el país.


Con el 44 % de los hogares del país encabezados por mujeres, según el Censo Nacional de Población y Vivienda del año 2011, son ellas quienes han tenido que sufrir las largas filas de los supermercados, las que soportan el deteriorado sistema de salud cuando sus seres queridos caen enfermos y quienes lloran la muerte de sus hijos a manos de la policía, mientras al mismo tiempo tratan de sobrevivir las sombrías estadísticas que afectan a su género.

Un monitoreo realizado por la ONG Cáritas, en las parroquias más pobres del país, constató que quienes dejan de comer para rendir los alimentos, son mujeres, principalmente mayores. “El 56% de hogares sacrifica la alimentación de las ancianas”.

De esta forma, el efecto de la crisis económica sobre las mujeres se refleja, en parte, en la cantidad de alimentos que come. Según el último estudio sobre datos de consumo de la encuestadora Datanálisis, los hombres comen mayor cantidad de alimentos proteínicos, mientras que las mujeres consumen más alimentos con calorías baratas y de menor valor nutricional, como el pan, las harinas y los cereales. Esto evidencia el riesgo que corren las condiciones de vida de las familias venezolanas, al ser justamente las mujeres las que tienen la jefatura de la mayoría de los hogares.

Aunque el gobierno de Venezuela ha tratado de implementar políticas con la finalidad de aliviar la pobreza de las mujeres, muchos otros aspectos de autonomía femenina han sido dejados de lado. Ello a pesar de que en estos 20 años la llamada revolución bolivariana muchas veces se ha proclamado como “feminista”. 

En ese sentido, el país cuenta con una ley integral que protege a las mujeres de cualquier tipo de violencia, tanto en el ámbito público como el privado, además ha creado estructuras de protección, jurisdicción y órganos especiales, y ha formado funcionarios especializados en el tema.

Así mismo, funcionan programas de transferencia de ingresos como Madres del Barrio, desde 2006, e Hijas e Hijos de Venezuela, desde 2011, que han creado una red de seguridad para familias que viven en extrema pobreza. Juntos, ambos programas entregan entre 150 y 350 dólares, dependiendo de la cantidad de hijos.

Sin embargo, Aglaia Berlutti, destacada voz feminista y colaboradora de Global Voices, destaca las contradicciones de la retórica gubernamental en lo referente a igualdad de género:


(…) En Venezuela el término feminismo fue consumido, abusado y sobre todo tergiversado por el poder. […] Al mismo tiempo que se habla de la representatividad política, el Presidente Nicolás Maduro usa términos machistas para insultar a minorías […] Al mismo tiempo que se insiste en que el número de Ministras del tren ejecutivo supera al de cualquier otro del continente [las mujeres continúan]  padeciendo de una situación donde su identidad sigue siendo aplastada por una interpretación histórica que la desvaloriza.

Agrega así que no solamente no se han solucionado problemas ya existentes, sino que con la aguda crisis económica, se han agravado peligrosamente.




Femicidio en alza

La tasa de femicidio en Venezuela es una de las más altas del mundo. La tasa de homicidios de Venezuela en 2016 llegó a los 56 por cada 100 000 personas -la más alta de América del Sur-, según la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNDOC), que todos los años publica en todo el mundo series de datos de tasas de homicidios. El Observatorio Venezolano de Violencia (OVV), que usa una metodología diferente, contó una tasa de 89 en 2017, lo que haría de Venezuela el país con más homicidios del mundo.

Según tres organizaciones locales de seguimento de derechos, se denunciaron varios casos de abuso sexual contra mujeres por parte de las autoridades durante las protestas de 2017.

Por otra parte, un informe elaborado por cuatro ONGs, Avesa, Mujeres en Línea, Cepaz y Freya, señala que el número de denuncias por violencia contra las mujeres entre los años 2011 y 2014 fue de entre 70 y 80 mil al año, lo cual representa entre un 12,33 y un 13,33% del total recibido en el Ministerio Público (MP) para cada año. 200 denuncias diarias en toda Venezuela. 

Pero luego, en años posteriores, el MP no ha detallado el número de denuncias que conllevaron a acusaciones contra presuntos victimarios, por lo cual actualmente no hay estadísticas.




También la delincuencia y la violencia policial ha aumentado en los últimos años, y muchas mujeres lamentan la muerte de sus hijos. En La vida de nos, proyecto de medios en línea que recopila relatos personales de la crisis, Elibeth Pulido recuerda el asesinato de dos hijos, uno a manos de un oficial de policía:


Como a la media hora me llamaron para decirme que fuera a buscar a los niños. El corazón se me iba a salir del pecho cuando los vi y ellos me vieron. Fueron tan increíbles nuestras miradas. ¡Jamás nos miramos de esa manera! No tenían camisa ni zapatos […Entonces] me dieron la noticia más espantosa de mi vida. Se repitió la historia: me volvieron a quitar otro hijo.

Falta de educación sexual y de anticonceptivos

Por otra parte, la falta crónica de educación sexual en las escuelas, junto con el deficiente acceso a anticonceptivos como efecto de la escasez de medicamentos en el país, se traduce en altas tasas de embarazos no planeados. 

Luisa Kislinger, activista por los derechos de las mujeres, asegura que existen múltiples necesidades que no son atendidas en la crisis actual, pero que la más grave, es el hecho de no poder acceder fácilmente a métodos anticonceptivos que permitan llevar a cabo una planificación responsable de cuándo y cuántos hijos tener.


“Las mujeres llevan un peso desproporcionado con esta crisis, no solo tienen que sacrificar sus trabajos para dedicarse a hacer colas para comprar medicinas y comida, sino que también deben subordinarse y ajustarse a lo que pueda conseguir su pareja”, explicó Kislinger.


La activista asegura que las políticas económicas (bonos, parto humanizado) empleadas por el gobierno para “ayudar” a las mujeres son inservibles porque generan más pobreza.

Por su parte, Adícea Castillo, investigadora del Centro de Estudios de la Mujer de la Universidad Central de Venezuela, explica:


(…) Hay una cifra, pequeña pero importante, de madres pre-adolescentes […] Es un círculo vicioso. Muchas no se controlan, se practican abortos. Se mueren luego de ocho meses hospitalizadas por una infección y, las que se salvan, regresan al barrio a mantener un muchacho sin el apoyo de los padres.


Finalmente, las mujeres que emigran del país también enfrentan dificultades. La cantidad de venezolanas que han sido víctimas de tráfico de personas en América Latina y Europa se ha cuadruplicado entre 2014 y 2018.

El Departamento de Estado del Gobierno de los Estados Unidos realizó en 2017 el Informe sobre Trata de Personas en las que establece cuatro niveles para identificar los esfuerzos de los Estados por erradicar la trata de personas. Venezuela está en el nivel 3.

Esta categoría evidencia que en el país no se han hecho los esfuerzos necesarios para prevenir las diferentes formas de trata de personas. El informe indicado mide los esfuerzos del gobierno a través del paradigma 3P, que describe la capacidad del Estado para procesar a los traficantes, proteger a las víctimas y prevenir el crimen.

Según el informe, las mujeres y niñas venezolanas de estados empobrecidos de Venezuela que caen en las redes de tráfico humano, son llevadas a países del Caribe para prostituirlas. Aruba, Curazao y Trinidad y Tobago los principales destinos identificados para la trata y explotación sexual de las mujeres de Venezuela.

Por último, las mujeres venezolanas son víctimas en el extranjero de violencia, asesinatos, además de xenofobia. En la vecina Colombia, país que ha recibido a más de un millón de venezolanos en el último año, las mujeres son objeto de prejuicio y abuso. Muchos acusan a los migrantes venezolanos de “robar” trabajos y participar en delitos, y a las mujeres se las suele ver como trabajadoras sexuales.

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Fuentes: 
https://es.globalvoices.org/2018/09/10/las-mujeres-se-llevan-la-peor-parte-de-la-crisis-venezolana/
http://talcualdigital.com/index.php/2018/03/08/mujeres-venezolanas-son-las-que-mas-sufren-por-la-crisis-humanitaria/

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